El poder de la metáfora en el psicoanálisis: Descubriendo los secretos de la mente a través de las palabras

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La metáfora a lo largo del tiempo

Desde hace algunos años se sabe del uso de historias y relatos como medio de transmisión de conocimientos, valores, enseñanzas y tradiciones de cada cultura. La eficacia de la utilidad de esta herramienta se puede comprobar a través del uso por grandes pensadores, políticos, escritores y poetas. Lo interesante es pensar cómo aquellas personas que han hecho uso de este método han encontrado una manera de poder vincular las metáforas con experiencias concretas, específicas de cada ser humano y su historia.

De ahí la importancia que ha tenido a lo largo del tiempo y que hoy en día seguimos haciendo uso de ella para entendernos como seres humanos en el mundo de lo emocional y mental.

Hay que tener en cuenta que el uso de la metáfora no es algo reciente, ya que se encuentran en las historias y parábolas de la Biblia, en los cuentos y en las leyendas de las diferentes culturas.

El padre y pionero de esta herramienta debido a la facilidad y creatividad que tenía para utilizarla dentro de sus intervenciones era Milton H. Erickson citado por Haley (1980).

Centeno (2003) nos comparte que ya había existencia de su aplicación en el plano psicoterapéutico.

Reflexionemos entonces, que como seres humanos en el plano psicológico somos historias andantes con desenlaces trágicos, dolorosos, retadores, pensantes, etc. Porque es lo que en común compartimos en primera instancia dentro del proceso terapéutico y también debido a esto podemos imaginar que en nuestra mente hay un laberinto en donde estamos sumergidos y necesitamos encontrar la manera de resolvernos en nuestra propia historia.

La metáfora realmente tiene muchas aplicaciones importantes en el mundo de la psicología.

Diferentes concepciones de la metáfora en el contexto psicoterapéutico

Según Dufour (1998), «la metáfora es un proceso por el que se le atribuye su nombre apropiado a una persona o cosa, con base en una analogía o en una comparación sobreentendida» (p.15). Por ejemplo, una mamá se queja de su hija que está tan flaca como un alfiler, dice que hasta parece que se va a quebrar.

Para Simón, Stiertin y Wynne (1997), «… la metáfora se refiere a un giro del lenguaje que se emplea en un sentido no literal. Si bien una metáfora es una figura del lenguaje, tiene mucho en común con la comunicación analógica; en las dos, se pretende establecer una semejanza entre la imagen y lo que se trata de expresar» (p. 227). Por ejemplo, se utilizan expresiones muy comunes, como: siento mi cabeza como un enjambre de abejas.

A través de ella se envía un mensaje sin decirlo de manera literal, pero que llega al cliente mediante el lenguaje percibido por el hemisferio derecho, ocasionando en el cliente posibles cambios actitudinales y/o de conducta (Centeno, 2003).

Pensar la metáfora es volver a decirnos que el hombre es habitante del discurso y a ver en él las dificultades que tiene para habitarlo (Loschi, A., Sorrentini, A., Cesio, F., Coccaro, M., Isod, C., Araujo, C., & Bordelois. (2008).

Es una comunicación simbólica, que permite orientar la atención hacia un concepto (Zeig, 2019 citado en Montiel, 2023). Va llevando la historia en diferentes niveles, abriendo posibilidades hacia la meta propuesta.

Una nueva concepción que acuñó de la metáfora en el contexto del psicoanálisis es definirla como una herramienta lingüística que nos permite explorar y comunicar de la manera más simbólica con los aspectos inconscientes de nuestra mente. Es como un puente que conecta lo consciente con lo inconsciente. Con esto, me refiero a que nos permite acceder a esos pensamientos, emociones y experiencias que normalmente están ocultos en nuestro inconsciente.

¿La metáfora puede abrir puertas a una comprensión más profunda?

El uso de la metáfora en el psicoanálisis puede ser fascinante. Por ejemplo, imaginemos que alguien describe su vida como un oscuro laberinto sin salida. A través de la exploración de esa metáfora, podemos comprender mejor sus sentimientos de confusión y desesperanza, y tal vez encontrar un camino hacia la claridad y el crecimiento.

Además de abrir puertas a una comprensión más profunda, el uso de metáforas en el psicoanálisis también puede ayudar a crear un espacio seguro y creativo para explorar emociones difíciles. Al permitirnos comunicar nuestras experiencias de manera figurada, la metáfora puede ayudarnos a expresar y procesar sentimientos complejos de una manera más suave y menos amenazante. También puede fomentar la conexión entre analista y usuario, ya que ambos están inmersos en el proceso de descubrimiento de significados ocultos.

En la psicoterapia psicoanalítica se utiliza la metáfora de manera muy interesante. Se cree que las metáforas que utilizamos en nuestro lenguaje cotidiano revelan pistas sobre nuestros pensamientos y emociones inconscientes. El terapeuta psicoanalítico puede explorar estas metáforas en busca de significados más profundos y ayudar al paciente a comprender mejor sus propios procesos internos. Por ejemplo, si alguien describe una situación como estar “atascado en un agujero”, el terapeuta podría explorar qué significa ese agujero y cómo se relaciona con las experiencias pasadas del usuario.

La metáfora puede ser una herramienta poderosa para el autoconocimiento y la transformación.

¿Cómo diferentes enfoques terapéuticos utilizan las metáforas para comprender el inconsciente?

En la teoría psicoanalítica de los sueños de Sigmund Freud, por ejemplo, se considera que los sueños son metáforas que representan deseos y conflictos reprimidos. El análisis de los sueños busca descifrar estas metáforas y desentrañar su significado subyacente.

En la Terapia Narrativa, por otro lado, se utilizan metáforas para ayudar a las personas a reconstruir su narrativa personal y encontrar nuevos significados en su historia de vida.

En la Terapia Cognitiva, las metáforas se utilizan para desafiar y cambiar los patrones de pensamientos negativos. Por ejemplo, si alguien tiene pensamientos de autocritica se le puede pedir que imagine que esos pensamientos son como un ácido corrosivo que daña su autoestima, y luego trabajar en formar de neutralizar ese ácido.

Estas metáforas pueden representar cambios, resistencias o esperanzas, y se utilizan como herramientas terapéuticas.

¿De qué manera las metáforas en la psicoterapia psicoanalítica pueden ayudar a revelar y trabajar con el inconsciente?

Los hombres somos seres hablantes y en nuestro decir nunca lo que decimos es lo que queremos decir, ni lo que estamos diciendo, ni lo que se dice en las palabras que pronunciamos; siempre es otra cosa. Entonces, hablamos metáforas. Y de esto da cuenta nuestra práctica psicoanalítica en la experiencia cotidiana.

Así como el inconsciente nunca está agotado, nuestro pensar también es algo inacabado. Entre el inconsciente y la palabra pasan cosas y uno de sus efectos es la metáfora. Lo que es difícil decir es cuál es primero porque ambos se delimitan recíprocamente, tal como aparece en la experiencia del psicoanálisis: hay inconsciente en el ser que habla y porque habla. Y hay palabra en relación a un inconsciente que por ella es hecho posible a la vez que coartado. La propia incompletud del hombre es la que lo hace hablar y en la sustitución de sentidos se manifiesta la falta (Loschi, A., Sorrentini, A., Cesio, F., Coccaro, M., Isod, C., Araujo, C., & Bordelois. (2008). Por ejemplo, el terapeuta puede utilizar metáforas para ayudar al paciente a explorar y comprender las motivaciones inconscientes detrás de ciertos comportamientos o patrones de pensamiento.

Al enlazar toda esta investigación entre la metáfora y la psicoterapia psicoanalítica reflexionamos entonces cómo la metáfora puede ayudar a traducir conceptos complejos del psicoanálisis a un lenguaje más accesible y comprensible para el usuario. Por ejemplo, en lugar de referirnos del “inconsciente” o “represión”, el terapeuta puede hacer uso de metáforas como “la caja de los secretos” o “la puerta cerrada”. Estas metáforas hacen que los conceptos sean más tangibles y fáciles de comprender.

Por otra parte, también se me ocurre que imaginemos que el psicoanálisis y las metáforas son como dos almas gemelas que bailan juntas en el mundo de la mente. Ambos nos invitan a adentrarnos en los laberintos de nuestra psique, iluminando rincones oscuros y revelando verdades ocultas. Así como una metáfora nos permite ver más allá de las palabras, el psicoanálisis nos ayuda a ir más allá de las apariencias y a entender nuestras emociones más profundas.

En conclusión el psicoanálisis y la metáfora hacen buena alianza porque a través de la palabra podemos entender, definir, describir y comprender la narración del mundo interno de cada ser humano y así acompañarle y hacer devolución de su propia historia como “un proceso del escritor y su borrador” en donde la historia de la persona es la fantasía de reconstruirla y mejorarla a través de ese “borrador” y “editor (terapeuta)” que logre crear nuevas asociaciones, nuevos significados y nuevas comprensiones de su mundo introspectivo.

Referencias:

Centeno, L. (2003). El uso de la metáfora en el trabajo de psicoterapia breve. REVISTA DE LA UNIVERSIDAD AUTONÓMA DE YUCATÁN.

LOSCHI, A., SORRENTINI, A., CESIO, F., COCCARO, M., ISOD, C., ARAUJO, C., … & BORDELOIS, I. (2008). METAFORA.

Montiel, L. (2023). Curso Intensivo de Metáforas Terapéuticas. CEFAPSIC.

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