El temor al abandono es el punto nodal de dicho trastorno y para explicar en qué consiste dicha relación, es importante iniciar con un hecho. El ser humano es un ser social por naturaleza que vive constantemente relacionándose con otras personas, es así como la primera relación será con la madre y con el núcleo familiar para después salir al mundo y relacionarse con diversas amistades, compañeros de trabajo o bien relaciones de noviazgo, pero ¿qué pasa cuando estas interacciones se vuelven complicadas o inestables?
El trastorno límite de la personalidad a grandes rasgos se puede describir como un padecimiento que afecta la forma en que se relaciona una persona, el estado de ánimo es muy cambiante e inestable. Al ser un trastorno de la personalidad, es necesario explicar algunos de los componentes que en su conjunto van a formar la personalidad de cualquier ser humano. A continuación, se explicarán brevemente dichos componentes: el temperamento, la identidad, el género y los mecanismos de defensa.
Todos estos componentes son los que van a influir para que se configure cualquier tipo de personalidad.
1. Temperamento
2. Identidad
3. Género
4. Mecanismos de defensa
El temperamento es de origen biológico y genético, permanece a través del tiempo y es la forma
en la que reaccionamos emocionalmente a diversos estímulos, se puede llegar a confundir con el
estado de ánimo, la diferencia radica en que el temperamento es constante, mientras que el
estado de ánimo es cambiante. Existen diversas teorías que clasifican los diferentes tipos de
temperamentos. Según el médico griego Hipócrates (460-370 a. C.), clasificó a los temperamentos
en: sanguíneo, melancólico, colérico y flemático.
El sanguíneo es la persona con humor variable,
comunicativa, extrovertida, en donde predomina la alegría. El melancólico es la persona analítica,
perfeccionista, introvertida y en dónde predomina la tristeza. El colérico es la persona con
voluntad fuerte, de sentimientos impulsivos y dominante. Finalmente está el flemático, persona
calmada, tranquila que casi nunca se enfada.
La identidad responde a la pregunta ¿quién soy yo? Comienza a construirse desde el momento en
que la madre sabe que está esperando un bebé, ya que desde ese momento imagina cómo será su
vida cuando éste nazca, cómo se verá físicamente, a quién se parecerá, entre otras fantasías. Sin
embargo, puede ocurrir que esa fantasía que la madre imaginaba de su bebé, no se cumpla
completamente.
La madre adquiere un papel muy importante, ya que ella será como un espejo
para el bebé, será la que va a reconocerlo y le dirá al bebé cómo es, un ejemplo es cuando la
madre le habla tiernamente y le dice lo hermoso que es, o alguna otra cualidad que pueda
observar en él, también le podrá ir narrando lo que está haciendo, si está a punto de llorar o está
en peligro o bien la madre podrá interpretar lo que el bebé está sintiendo sin que pueda
expresarlo con palabras. La madre va poniendo nombre a todo para poder explicar el mundo al
pequeño bebé. No solo la madre será quien le explique el mundo al bebe, también existe el padre,
los hermanos y los amigos. La función de la madre puede realizarla el padre u otro figura que
proporcione los primeros cuidados al recién nacido.
La identidad es una “constancia de sí mismo y continuidad en el tiempo”, es un reconocimiento del sí mismo y continuidad individual de otros hacia uno mismo. Hay ocasiones en que no existe un reconocimiento propio de ser uno mismo, esto ocurre en la adolescencia, en donde el joven deja de ser niño y pasa a ser adolescente para luego convertirse en adulto, es ahí en donde muchas veces el adolescente no se reconoce porque su identidad esta justo en este proceso. El adolescente sintetiza y se deshace de identificaciones e introyecciones previas.
Cuando hablamos de identificaciones, nos referimos a cuando el niño o la niña tienen comportamientos similares a los de los padres, los escuchamos decir: “yo quiero ser como mi mamá o mi papá” o empiezan a
copiar actividades que hacen los padres, es en ese momento, en que el niño puede obedecer con
mayor facilidad, pero al llegar la pubertad, alrededor de los 8 o 9 años aproximadamente y luego
la adolescencia, el jovencito ya no será tan obediente y tampoco copiará los comportamientos de
los padres, ahora seguirá a los amigos, entonces va a deshacerse de algunas identificaciones o
introyecciones de los padres para crear las propias, es así que inicia la rebeldía, de tal manera que
pueda surgir una identidad individual integrada.
Ahora bien, el género que es una construcción social y cultural que otorga un lugar a lo femenino y
otro lugar a lo masculino, se refiere a las características sociales y culturales que diferencian al
hombre de la mujer. Es una estructura del sí mismo y generalmente queda establecida alrededor
de los dos años. Sin embargo, hay que aclarar que el género no solo tiene dos polos, sino que más
bien es un espectro, como los colores que van de distintas tonalidades, del negro al blanco hay
diversas tonalidades, así mismo es el género. Los diferentes géneros que existen son: hombre,
mujer, mujer trans, hombre trans, género no binario, y género fluido.
Finalmente, los mecanismos de defensa son estrategias psicológicas inconscientes para hacer
frente a la realidad. Todas las personas utilizan diferentes defensas a lo largo de la vida. Un
mecanismo de defensa es patológico solo cuando su uso persistente conduce a un
comportamiento inadaptado tal que la salud física y/o mental del individuo se ve afectada
desfavorablemente.
Ejemplo: La negación en un duelo por alguna pérdida, puede traer
consecuencias severas porque la persona está evadiendo la realidad y creando una propia. Si
falleció algún ser querido, conservar la habitación intacta pensando que en algún momento va a
regresar o hacer de cuenta que está de viaje o hablar como si la persona siguiera viva, esto podría
generar conflictos en sus demás relaciones. El propósito de los mecanismos de defensa es
proteger la mente de la ansiedad o sanciones sociales, o para proporcionar un refugio frente a una
situación a la que uno no puede hacer frente por el momento.
Generalmente cuando una persona llega a presenciar alguna situación traumática, algún evento inesperado como una muerte por accidente, siempre el primer mecanismo de defensa que surge es la negación, no poder creer lo que está sucediendo, sin embargo, va pasando el tiempo y se llega a aceptar esa realidad dolorosa,
pero si pasa el tiempo, digamos más de un año y la persona sigue en la misma situación,
estaríamos pensando que hay algo que se hizo crónico como cuando una gripa no se cuidó o no se
trató adecuadamente y comienza a complicarse.
Existen mecanismos de defensa que se catalogan como “normales”, como el sentido del humor, la
represión que busca rechazar o mantener en el inconsciente pensamientos, imágenes o recuerdos
que pueden ser dolorosos para la persona; la proyección es cuando un hecho se desplaza y se
localiza en el exterior, el sujeto expulsa de sí y localiza en el otro cualidades, sentimientos o deseos
que no reconoce o que rechaza en sí mismo; la racionalización en dónde el sujeto intenta dar una
explicación de forma intelectual o teórica para alejarse de sus propias emociones, por ejemplo
explicar por qué no debería sentirse triste por la partida de su mamá a pesar de sentirse así, el
objetivo es poder controlar las emociones. Finalmente está la sublimación, proceso en el cual
ciertas actividades humanas que pudieran tener un origen agresivo o sexual, son transformados en
actividades intelectuales o artísticas.
Ya que se han abordado los componentes de la personalidad, ahora cabe aclarar que al trastorno
límite de la personalidad, también se le conoce como trastorno borderline (límite) o trastorno
fronterizo. Se le da ese nombre porque la persona se encuentra en el límite entre la neurosis y la
psicosis.
Entendiendo a la neurosis como un estado que se encuentra en la realidad y la psicosis un
estado que se encuentra fuera de la realidad. En otras palabras, se podría decir que el límite está
entre conductas o comportamientos que se pueden considerar sanas y conductas o
comportamientos de riesgo.
El trastorno límite de la personalidad no es una enfermedad como tal, es decir, no es algo propiamente orgánico, que sea de nacimiento, es más bien algo multifactorial, en donde lo biológico, lo genético y el tipo de crianza se mezclan para dar lugar a este tipo de personalidad, en pocas palabras es una forma en la que se relaciona una persona.
Esas relaciones
se caracterizan por ser inestables debido al temor constante de ser abandonado, por lo tanto, la
persona realizará acciones riesgosas para evitarlo y habrá también una sensación de vacío.
Para entender la relación que existe entre el temor al abandono y el trastorno límite, es necesario
explicar un mecanismo de defensa de carácter limítrofe, más arcaico, es de los que primero se
construyen, con el que el niño pequeño se defiende del mundo externo, la escisión.
El recién nacido va aprendiendo que la madre puede ser buena y mala a la vez, en un inicio no puede
unificar a esa madre, entonces la verá únicamente buena cuando lo atiende, cuando le da de
comer en el momento en que lo pide, lo carga cuando lo pide, le da el juguete que quiere cuando
lo pide y será mala cuando no cumpla con todo lo anterior, cuando se retrase en darle de comer o
todo lo que le genera placer al bebé.
He aquí el punto en donde el bebé llega a sentirse abandonado. Cuando la madre por alguna circunstancia tarda en alimentarlo, o dar lo que el pequeño desea. Las razones pueden ser diversas, desde no sentirse bien, hasta llegar a estar deprimida, por lo cual el bebé puede llegar a sentirse abandonado. El pequeño, pensará que son dos personas distintas, entonces la escisión se refiere a que una persona puede ser percibida
como totalmente buena o totalmente mala, no existen escalas.
La realidad sería muy dolorosa, darse cuenta de que esa persona de la que recibes amor y afecto también pueda llegar a lastimarte o incluso abandonarte, lo cual significa quedar desamparado y desprotegido. Es
importante aclarar que este mecanismo de defensa no es meramente consciente, es decir que la
persona pueda decidir presentarlo o no.
A continuación, se presentarán las características, rasgos o síntomas que ayudan a detectar que un
paciente pueda presentar el trastorno límite de la personalidad. El diagnóstico, no se da en una
sola consulta, se necesita conocer bien la historia familiar y personal del paciente para poder dar
un diagnóstico como este y una vez que se tiene es importante no quedarse con dudas ya que
cada caso es distinto y los síntomas pueden manifestarse de diferente forma, es muy importante
consultarlo con el psicólogo o psiquiatra las dudas que se tengan en vez de investigarlo por
internet ya que las respuestas son generales y no específicas para cada caso clínico.
Otro punto importante es que estos síntomas se pueden encontrar en los adolescentes y no por
ello necesariamente el adolescente presenta dicho trastorno, algunos síntomas son propios del
desarrollo, por eso es importante ir a una consulta con el psicólogo o con el psiquiatra para
descartar o confirmar cualquier tipo de trastorno.
El trastorno limítrofe es más que un conjunto de síntomas, los cuales no se pueden ver de manera aislada, es decir, darse cuenta de que el temor al abandono está presente y por ello pensar que se tiene trastorno límite, sin embargo, las características más comunes son:
1. Imagen crónicamente inestable del sí mismo (fobias del propio cuerpo).
2. Esfuerzos frenéticos por evitar abandonos reales o imaginarios.
3. Impulsividad (despilfarrar dinero, sexo descuidado, abuso de sustancias, comer de
manera compulsiva)
4. Comportamiento suicida y conductas automutilantes.
5. Sensación crónica de vacío.
6. Dificultad para controlar el enojo.
7. Ideación paranoide (pensar que el otro puede hacerme daño).
8. Disociación
9. Desconfianza y miedo a la desintegración.
10. Puede llegar a someterse al control del otro.
En conclusión, el trastorno límite de la personalidad es un diagnóstico complejo, pero más allá del
diagnóstico, lo que busca el tratamiento psicoterapéutico, es darle un significado a aquello que el
paciente está viviendo ya que cada persona lo vive de diferente forma.
Que el paciente pueda entenderse así mismo, que logre integrar esa identidad, asimilar en su mente, en sus emociones y en su actuar esa imagen de sí mismo, otro objetivo importante es que el paciente sienta menos
temor ante su propia agresión.
Como se puede apreciar, el origen del trastorno es complejo y multifactorial, en donde múltiples síntomas lo configuran. El tratamiento lleva tiempo, debe ser integral, con ayuda de psicoterapia y muy probablemente con tratamiento farmacológico.
Kernberg, Otto. (2001) Desordenes fronterizos y narcisismo patológico. Barcelona. Editorial
Paidós.
Kernberg, Paulina F. (2002) Trastornos de la personalidad en niños y adolescentes. Manual
Moderno.
La salud mental no es una meta, sino un proceso.
Se trata del camino, no del destino.