Imagina que estás acurrucado en tu cama, con un libro abierto en la mano, envuelto entre sábanas cálidas. Estás muy emocionado por ello, porque has tenido una semana muy larga en el trabajo, llena de actividades y honestamente, no podría haber nada mejor en ese momento. Sin embargo, en ese instante, pasas la página y recibes un mensaje de un amigo: un vídeo. Tan pronto como tu pulgar traicionero presiona «reproducir», tu teléfono estalla con música. Mientras escuchas el ritmo de fondo, la cámara graba a la multitud y observas a todos tus amigos en una fiesta pasándola increíblemente bien. Entonces, de repente, una ola inmensa de FoMO te golpea.
– Mook, B.
FOMO es un término relativamente reciente acuñado para un malestar que ha afectado a la humanidad desde hace tanto tiempo como su existencia misma. La expresión en inglés «Fear of Missing Out» se traduce como «Miedo a Perderse Algo» y se refiere a la sensación de temor o angustia por estar perdiéndose algún evento socialmente relevante. Además de estar caracterizado por el pensamiento constante de que otros están haciendo algo más interesante o gratificante que nosotros, el FOMO también parece estar relacionado con el deseo persistente de estar conectado con nuestro entorno y con la autopercepción de la calidad de vida.
Si bien es cierto que el avance tecnológico ha facilitado la conexión entre amigos y familiares, especialmente en situaciones en las que la distancia o el tiempo pueden ser obstáculos, la utilización excesiva de diversas aplicaciones, específicamente de redes sociales, también conlleva el riesgo de intensificar el FOMO para personas susceptibles. El constante bombardeo de información puede desembocar, a veces de manera silenciosa, en la falsa creencia de que las personas que seguimos en redes tienen una vida mejor que la nuestra, llevándonos a experimentar un malestar que se manifiesta en formas como la tristeza, la ira, la soledad o la frustración con nuestra propia vida.
Es importante recalcar que esto no implica que las redes sean las responsables del malestar psicológico característico del FOMO, pero sí es cierto que contribuyen a hacerlo más evidente debido a la facilidad y rapidez con la que se comparte la información. Diversos estudios muestran que las personas que utilizan con mayor frecuencia o de forma exagerada las redes sociales perciben su calidad de vida como baja, lo que conduce a un estado de desasosiego al creer que todos los eventos sustanciales se encuentran al otro lado de la computadora o el smartphone.
Otro fenómeno relacionado es la procrastinación. Las personas que tienen FoMO suelen posponer cosas importantes porque siempre buscan algo emocionante que podría pasar en cualquier momento. El Miedo a Perderse Algo hace que dejen para después tareas clave, ya que se distraen pensando en eventos más interesantes. La procrastinación surge del deseo de estar siempre conectados y al tanto de lo que pasa a nuestro alrededor. Esto causa un círculo vicioso que puede causar ansiedad, ya que posponer constantemente las cosas puede hacer que uno se sienta rezagado en la vida, alimentando aún más el miedo y afectando tanto la productividad como el bienestar emocional. Paradójicamente, esto impide continuar disfrutando de la situación social que se priorizó en primer lugar.
A estas alturas, podemos afirmar que el FOMO va más allá de la necesidad compulsiva de conexión, extendiéndose también a la incapacidad de descansar debido a la sensación, ya sea real o no, de que deberíamos estar haciendo algo: hablar con alguien, publicar contenido, estar presentes en redes sociales o cualquier actividad que implique mirar el teléfono. En otras palabras, el FOMO no solo nos impide conectar de manera profunda uno a uno, sino también disfrutar el momento presente.
Como ya hemos observado, en la actualidad, el acceso inmediato y la exposición continua y prolongada a las redes sociales influyen en el aumento de los niveles de ansiedad y en la disminución del rendimiento. Por lo tanto, es necesario contar con algunas estrategias que ayuden a reconocer y enfrentar el FoMO. Algunos expertos sugieren:
Es verdad que alejarse un poco de la tecnología para concentrarse en situaciones que lo demanden puede ayudar a manejar el problema, pero la solución va más allá y necesita reflexiones más profundas. Esto se debe principalmente a que la tecnología no es la causa del problema, sino un potenciador del miedo. La raíz del asunto parece estar en un nivel más profundo y esencial de la naturaleza humana: el olvido.
Algunas preguntas que surgen y motivan la constante búsqueda de conexión son: ¿me recordarán?, ¿serán significativos mis logros para alguien?, ¿merezco amor? Y, posiblemente, todas puedan resumirse en una sola pregunta: ¿soy importante para alguien? Usualmente, carecemos de respuestas para estas preguntas y, en el intento de reducir el miedo, nos vemos impulsados a buscar algo que lo alivie. Aunque estas preguntas son de naturaleza existencial y no podremos deshacernos de ellas completamente, podemos hacerlas más manejables y, por ende, vivir de manera más plena.
Alutaybi, A., Al-Thani, D., McAlaney, J., y Ali, A. (2020). Combating Fear of Missing Out (FoMO) on Social Media: The FoMO-R Method. International Journal of Environmental Research and Public Health, 17. 1-28. https://10.3390/ijerph17176128
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Varchetta, M., Fraschetti, A., Mari, E. y Giannini, A. M. (2020). Adicción a redes sociales, Miedo a perderse experiencias (FOMO) y Vulnerabilidad en línea en estudiantes universitarios. Revista Digital de Investigación en Docencia Universitaria, 14(1), 1-13. https://doi.org/10.19083/ridu.2020.1187
La salud mental no es una meta, sino un proceso.
Se trata del camino, no del destino.